miércoles, 9 de diciembre de 2009

PANDA

Akí os dejo la continuación de aquel PANDA q os escribí hace unos días, a ver q os parece... (D todas maneras, os lo pongo entero x si acaso):

Como cada sábado por la mañana, Ángel, Dani y Patri se fueron al gimnasio. Al principio fue todo muy raro. La gente no paraba de pedirles autógrafos y de hacerse fotos con ellos. Pero al pasar los días, ya empezaron a dejarles tranquilos y lograron ser tres anónimos más que iban al gimnasio a mantenerse en forma.

- Yo, la verdad, es que no lo necesito,- decía Ángel todos los días, con falsos aires de grandeza. Aunque la realidad era otra: se pasaba todo el día machacándose en las máquinas. Patri era más de hacer yoga, aunque no le hacía ascos a una bicicleta.

- No creáis que esta cinturilla de avispa es fácil de mantener. Dani sí que tenía un problema… - Desde lo de la “Cuore” estoy muy obsesionado.

- Pero si tú estás muy bien así…,- le respondió Ángel, poniendo ojitos.

Comenzaron los tres a la vez con bicicletas, luego pasaron a cintas, pero cuando empezó la sesión de yoga, Patri les abandona, y Dani y Ángel usaron máquinas individualmente. Al cabo de un rato, Ángel abandona.

- ¿Tan pronto?,- sonríe Dani, levantando una ceja.

- Me voy a la ducha, que estoy sudando a mares.

- Mmmm…

Ángel se fue al vestuario. Allí se quita la camiseta. El sudor hacía brillar su cuerpo. Cuando se quita los pantalones, un ruido le sobresalta.

- ¡Patri!

Patricia estaba escondida entre las taquillas. Ángel se subió rápidamente los pantalones.

- ¡Joder! ¡Qué susto me has dado!

Patricia no respondió. Tan sólo le miraba de soslayo, con la cabeza levemente gacha. Avanzó hacia él lentamente, mientras se mordía la yema del dedo. Ángel se asustó y comenzó a andar hacia atrás, sin dejar de mirar a Patricia. Ángel choca con la pared. Patricia le acorrala. No tenía escapatoria.

- Ángel…,- susurraba la rubia mientras jugaba con su dedo entre el vello pectoral del catalán.

- ¿Qué piensas?

Patricia contestó con un apasionado beso a la vez que lo abraza por el cuello. Ángel no salía de su asombro, pero se dejó llevar y la abrazó por la cintura. Sus lenguas se encontraron mil y una veces en sus bocas. Ángel la levantó y la llevó en volandas hasta uno de los bancos. Ángel metió sus manos por debajo de la chaqueta del chándal de Patricia. Un simple movimiento y sacó sus manos junto al bra, tirándolo lejos. Patricia se quita la chaqueta y se abalanza sobre el enano, dejándolo tumbado sobre el banco. Patricia, con su mirada de loca tan característica, toma la cintura del pantalón de Ángel y lo baja lentamente. Ángel miraba asombrado, sin saber qué hacer.

- Veamos si es cierta la regla de la “L”…,- dijo socarronamente la presentadora mientras desplazaba sus manos por el calzón de él. Los ojos de Patricia lo dijeron todo. Ángel, mirando a otro lado con una sonrisa entre nerviosa y vencedora, toma a Patricia y la tumba a ella. Le quita los pantalones y mete su mano sutilmente dentro de su lencería. Patricia cierra los ojos mientras experimenta el placer que aquello le producía. Patricia se mordía las yemas de los dedos. Nunca antes nadie había conseguido excitarla tanto.

- Ángel…,- susurró la rubia, mientras le miraba con los ojos entornados. Ángel comprendió y subió de nivel. Con las piernas a cada lado del banco, Patricia permitió a Ángel entrar en su venusiana cueva con la marciana llave del enano. Como si de Alí Baba se tratase, Ángel era el único que sabía las palabras mágicas para que Patricia viera el camino directo al éxtasis. Pero un ruido les interrumpe. La puerta se abre. Nerviosos, se levantan y corretean por el vestuario. Ángel toma a Patricia y la esconde en una de las duchas, corriendo la cortina justo a tiempo.

- Ángel, ¿qué haces? ¿A qué juegas?

Dani se quedó quieto como una estatua. Miró a Ángel de arriba a abajo. Se quedó mirándole la entrepierna.

- Esto…,- dijo, señalando dicho lugar.

- ¿Eh…?,- Ángel, jadeante, se mira la entrepierna. Toma el calzón y se lo pone.

- ¿Se puede saber qué estabas haciendo?,- Dani le miró a los ojos, extrañado, mientras daba un paso hacia atrás.

- ¡No, no! ¡No es lo que piensas!

- No quiero saber lo que haces en la intimidad, pero esto ya es demasiado…,- Dani se dio la vuelta para irse.

- ¡Dani!

Dani se vuelve. Esa voz no era la de Ángel. Y ahí estaba, tapándose con la cortina de la ducha, y con el sonrojo envolviéndole el rostro.

- ¿Patri?

Dani pasaba su mirada de Patricia a Ángel, y viceversa. Y al fin comprendió. Dani se adelanta a Patricia.

- Ángel es sólo mío,- le susurra.

- Eso habrá que verlo,- y besa a Ángel en la boca. Cuando termina, recoge el relevo Dani.

- ¿Y bien?,- le preguntan los dos. Ángel se relamía con los ojos cerrados. Al abrirlos, movió su mirada entre aquellas dos personas que le estaban interrogando con la mirada. Ángel, con su sonrisa tan malvadamente hermosa, toma a los dos de las muñecas y los mete en la ducha, corriendo él la cortina tras de sí.

Los tres se miraban entre nerviosos y avergonzados, pero Ángel fue directo. Tomo entre sus manos el rostro de Patricia y la besó apasionadamente. Ella se quedó con los ojos abiertos como platos y bizcos mientras veía cómo Ángel cerraba con fuerza los suyos. Dani, recuperando el pudor, se vuelve. Ángel lo notó y abre los ojos mirándole. Le toma del cuello de la camisa t atrae hacia sí. Le besa. Patricia les mira atónita mientras se pasa lentamente el dedo por los labios. La rubia notaba mayor pasión en aquel beso y los celos comenzaron a hacer mella en ella, pero se calmó. Les separa. Los dos la miran sin comprender. Patricia mira fijamente a Ángel quien, sonriendo, se acerca a ella, pero ella le detiene y besa a Dani.

Ángel se queda petrificado. No sabe qué hacer. Observa impertérrito cómo la muchacha le quita la camisa al esbelto catalán mientras éste, temeroso, pasa sus manos por su cintura, atrapándola en un sensual abrazo, llegando a esas pequeñas manzanas carnosas del final de su espalda, llegando a apretar un par de veces con fuerza. Patricia se desliza por el cuerpo de Dani hasta arrodillarse delante de él. Le baja tranquilamente los pantalones mientras Dani abre como puede los ojos. No sabe cómo, logra ver al enano. Lo agarra del cabello y lo acerca hacia él, besándole.

Patricia les mira de reojo de vez en cuando. Aquel beso, no sabe por qué, la excitaba cada vez más, y por eso quería proporcionar cada vez más placer a Dani. Éste baja una de sus manos hasta poder juguetear con el miembro de Ángel. Patricia se coloca de una manera más cómoda entre los dos catalanes y se encarga ella misma de la manualidad.

Ángel frena el beso y mira a Patricia, entre dominante y compasivo. Dani, sin embargo, no le aparta la mirada de él, y le acaricia el torso. Ángel levanta la barbilla de Patricia y la hace levantarse. Patricia quiere besarle, pero Ángel la vuelve. Dani se arrodilla ante la matriz de Patricia. Ésta cierra los ojos, se inclina violentamente hacia delante y exclama de placer al notar el húmedo beso del barbudo. Ángel la tuerce el cuello para besarla. En su rostro ya se podía apreciar cierto sadismo. Baja sus manos hasta las nalgas de la rubia.

- No, Ángel, por favor...,- susurraba suplicante Patricia, pero no obtuvo respuesta a su favor. Ángel intentaba por todos los medios hacerse hueco en el cuerpo de la loca. Dani se levanta al ver que el enano consiguió su objetivo. Ángel trataba de doblegar a la mujer, pero ella tenía más fuerza y consiguió vencerle.

Dani estaba deseoso de apagar su pasión con un beso recíproco en placer de Patricia, pero al ver que Ángel no consiguió someterla, se pone tras el agrio presentador y le imita.

Patricia consigue zafarse de ellos y se queda mirándoles. Ángel estaba mirándola como diciéndola: "¿Qué haces?". Dani, sin embargo, ponía toda su pasión en el rítmico movimiento de su pelvis. Patricia se sienta delante de ellos y se abre de piernas mientras juega consigo misma.

- Oh, Paty...,- Ángel dibujaba una medio sonrisa en su rostro mientras se arrodillaba ante ella. Dani descansa el tiempo justo para que su amigo se mezclara con la pucelana. Y como si de un sólo ser se tratara, los tres respiraban, jadeaban y se movían al unísono para llegar a un estallido de placer sólo comparable con el Big Bang.

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