viernes, 2 de abril de 2010

Adiós a una de las grandes personalidades segovianas


Fallece a los 79 años el cocinero Tomás Urrialde
Era hijo predilecto de Segovia y recibió la Medalla del Trabajo en su categoría de Plata

El cocinero Tomás Urrialde falleció ayer en Segovia a los 79 años, tras ser una referencia de la cocina española, que trabajó durante cuarenta años en los fogones del Mesón de Cándido, junto al popular Mesonero Mayor de Castilla. Fuentes de la familia señalaron que el fallecimiento se produjo en la mañana de ayer y que los restos de este maestro de los fogones, que ha paseado la cocina española por medio mundo, serán incinerados hoy, viernes.
Además de hijo predilecto de Segovia, en 2007, Tomás Urrialde recibió la Medalla del Trabajo, en su categoría de Plata, de manos del entonces ministro Jesús Caldera, quien le reconoció como referencia de la gastronomía española y como pionero en incorporar los judiones de La Granja a la cocina internacional.
Aparte de la profesionalidad, Urrialde destacaba por su personalidad afable y su extraordinaria generosidad, colaborando desinteresadamente en acontecimientos de promoción cultural y gastronómica de Segovia, como la romería de Malangosto, la más alta de Europa porque se celebra a 2.002 metros de altitud.
Después de ejercer como pinche en un hotel, Urrialde entró a trabajar con 14 años en el Mesón de Cándido, donde estuvo cerca de cuarenta, haciendo una gran aportación a la difusión de la cocina segoviana en el mundo.
Con sus grandes bigotes, se convirtió en uno de los primeros cocineros mediáticos de la historia, apareciendo con el llamado Mesonero Mayor de Castilla junto a premios nobel, escritores y políticos, bellezas de Hollywood y figuras del toreo.
Posteriormente puso en marcha el restaurante La Cocina de Segovia en el Hotel Los Arcos, durante diez años, hasta su jubilación, destacando también por su conocimiento de la micología y por crear escuela, poniendo en valor una parte importante del acervo cultural de su tierra y de sus tradiciones.
Urrialde llevaba a gala ser una de las pocas personas que conserva un libro de cocina dedicado por el pintor Salvador Dalí, a quien copió la idea de arroparse en invierno con un abrigo de visón, además de que no se apartaba de su inseparable boina.

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